Roma inauguró ayer dos estaciones del Metro —una de éstas bajo el Coliseo— que combinan la modernidad del transporte de alta tecnología con artefactos de una era antigua.
Los viajeros y turistas que ingresan a la estación junto al emblemático anfiteatro pueden ver exhibiciones de jarrones y platos de cerámica, pozos de piedra y cubos suspendidos, así como las ruinas de una piscina fría y un baño termal de una vivienda del siglo I. Unas pantallas muestran el proceso de excavación y sirven tanto para deleitar a los entusiastas de la arqueología como para justificar por qué ha tardado tanto en abrirse la estación.
La línea del Metro C, que ha costado miles de millones de euros, ha estado en desarrollo durante dos décadas, pero se ha visto retrasada por demoras burocráticas y de financiación y, crucialmente, por las excavaciones arqueológicas necesarias, dadas las ruinas subterráneas de las civilizaciones romanas imperiales y medievales en su camino.
“El desafío fue construirlo bajo una gran cantidad de agua subterránea y al mismo tiempo preservar todos los hallazgos arqueológicos que encontramos durante la excavación, y esto mientras se preserva todo lo que está arriba”, dijo Marco Cervone, gerente de construcción del consorcio que realiza la línea del Metro, liderado por WeBuild.
El costo total de las 31 estaciones de la línea, de las cuales tres cuartas partes ya están funcionando, alcanzará alrededor de 7 mil millones de euros (cerca de 148 mil millones de pesos) y se completará en 2035, según la oficina de prensa de la empresa municipal que ha contratado las obras.
Roma inauguró ayer otra estación, Porta Metronia, ubicada a una parada de distancia de la que está junto al Coliseo y también a una profundidad de 30 metros.